Época: China
Inicio: Año 2205 A. C.
Fin: Año 1123 D.C.

Antecedente:
La Edad de Bronce

(C) Isabel Cervera



Comentario

Sobre la dinastía Xia no existen evidencias arqueológicas que prueben su existencia, sólo referencias literarias que sitúan en esta dinastía los hechos mitológicos o inexplicables de su historia, como es el caso de los tres emperadores míticos: Fu Xi, Huang Di y Shen Nong, a los que se les atribuye, entre otras cosas, la invención de la escritura o el hallazgo del capullo de seda. Así pues, la dinastía Shang es la primera de la que tenemos referencias históricas; de ella conocemos gran cantidad de datos que nos permiten establecer una base real sobre su organización social y política, economía, ritual, astronomía... Se han descubierto dos ciudades correspondientes a las capitales de la dinastía; en los primeros tiempos la capital de la dinastía Shang estuvo situada en Erliang, provincia de Henan, conocida entonces como "la ciudad de Ao" fundada por el Rey Zhongding (1562-1550 a. C.). En ella se puede observar un recinto amurallado, estructuras palaciegas y la ubicación de talleres artesanales fuera del perímetro de la ciudad. Más tarde, y en sucesivas ocasiones, la capital fue trasladada a Yincu, en la provincia de Henan, conocida como Yin (Anyang) siendo su nombre sinónimo de esta dinastía. Yin fue fundada hacia el año 1300 a. C., por el rey Pan Gen, y su descubrimiento en el yacimiento de Anyang ha constituido la más valiosa documentación arqueológica sobre este período dado el gran número de necrópolis ahí encontradas.
Su emplazamiento se conocía desde tiempos de la dinastía Song (960-1268 d. C.), si bien hasta fechas muy recientes no se realizaron excavaciones. En las necrópolis de Anyang se ha podido observar cómo los cuerpos mantienen una posición cara al sur, siguiendo los principios geománticos, y cómo van acompañados de una gran cantidad de objetos: bronces, inscripciones, lacas, jades, así como de animales domésticos (caballos, cerdos, perros...). Existió ya una clara estratificación social en estos pequeños territorios en torno a la cuenca del río Hoang He, a la cabeza de los cuales se sitúa la figura del rey (Wang), apoyado en una aparato administrativo compuesto por guerreros, chamanes (wu), sacerdotes escribanos (shih) y una fuerza de trabajo formada por campesinos libres y esclavos. La propiedad de la tierra era distribuida por el rey a cambio de prestaciones militares y el pago de tributos en especie. El campesino no estaba ligado a la tierra, a excepción de los esclavos, teniendo una cierta movilidad que se acentuó con la dinastía Zhou. Los esclavos, además de constituir el grueso de las fuerzas de choque del ejército, formaban la mano de obra necesaria para la construcción de obras de ingeniería, relacionadas principalmente con la contención de la crecida de los ríos (uno de las mayores azotes que ha conocido el pueblo chino). Los cultivos se adecuaron a las condiciones geográficas de la zona, destacando el trigo en cuanto a extensión; se utilizaron instrumentos agrícolas en piedra y madera y muy escasamente en bronce. La especialización del trabajo de los artesanos fue ya un hecho tal y como lo atestiguan los restos arqueológicos. Los talleres se encontraban en las afueras de la ciudad: al norte y al sur los broncistas, al oeste los alfareros, al noroeste los artesanos de hueso y jade. Con los Shang se inicia el comercio, cubriendo un área muy extensa, efectuándose el pago en conchas, caparazones de tortuga e incluso en monedas de bronce, si bien aún en escaso número.

Toda esta organización social descansaba en los rituales, ofrecidos por los chamanes (hombres y mujeres), ligados al culto de los antepasados por medio de los ritos funerarios. Para realizar dichos ritos se tenía en cuenta no sólo la ubicación idónea, atendiendo a los principales geománticos alusivos a las corrientes aéreas y subterráneas, sino también al tiempo adecuado. La dinastía Shang conoce ya un calendario solar y lunar, dividiendo los años en meses lunares y los años en base a la posición del sol. Así resultó un cómputo de doce meses al año, de treinta o veintinueve días de duración, intercalando un mes al final del año.

Los ritos se realizaban sacrificando animales y personas para acompañar al difunto y en ellos el uso del bronce, en forma de recipientes para alimentos y bebidas, sirvió como instrumento para lograr la comunicación entre el cielo y la tierra. Además del bronce, acompañaban al difunto piezas en jade, de tamaño pequeño, colocadas en diferentes partes del cuerpo, así como los bi y los cong.